Como se escapó Enero y ahora lo hace Febrero, lentos pero firmes y un poquito tiritando. Dormí apoyada en el dolor de mis costillas, en aquel rincón dónde todavía quedaban restos del olor de sus yemas. Descalza paseé por su cabello intentando encontrarnos en una tarde tumbados al sol. Pero al despertar por poco no recordaba que le había dejado marchar, con su olor en sus yemas, con su cabello, con las tardes al sol, con el amor de mi estómago.
Entrecerré los ojos con fuerza para volver a dormirme. Lenta pero firme. Y también, un poquito tiritando.
(Recuerdo que cuando escribí este texto todavía sangraba.)