jueves, 25 de agosto de 2011
sábado, 20 de agosto de 2011
Hay veces que la vida exige un cambio, una transición. Como las estaciones. Nuestra primera primavera fue maravillosa, pero el verano se ha terminado… y nos perdimos aquel otoño. Y ahora, de repente, hace frío, tanto frío que todo se está congelando. Nuestro amor se ha dormido y la nieve lo tomó por sorpresa. Y si te duermes en la nieve no sientes venir a la muerte. Cuídate.
domingo, 14 de agosto de 2011
Noches frías de verano.
De repente me descubrí removiendo en un viejo cajón que suponía olvidado. Encontré olores húmedos, salados, antiguos, mojados, edulcorados e incluso algunos hirvientes. Debajo de todos ellos un par de abrazos que se debieron extraviar aquella noche de hace un par de inviernos. Encima del desfallecido gesto descansaban como mínimo un centenar de lágrimas, antiguas compañeras de viaje. Continué la expedición cruzándome con besos de verano, besos de espalda, de calor, de lluvia y de despedidas a la vez que un pequeño tarro de saliva destinada a unas cuantas palabras de anhelo, de recuerdo, de decir te quiero, de ganas, de echar de menos. Y entonces comprendí que mi descuidado y abandonado cajón no era otra cosa que un vertedero de todos los instantes de los que alguna vez huí. Entristecí tanto por la muerte de todos ellos...
viernes, 12 de agosto de 2011
Érase una vez...
Ellos se pasaban todo el dia discutiendo, pero no porque no se quisieran ni mucho menos, sino porque les encantaban las reconciliaciones, y sabian perfectamente que después de cada enfado siempre había una. (o eso espero... digo... esperaban.)
viernes, 5 de agosto de 2011
Burbuja.
Soy la protagonista de las cosas más pequeñas. Del beso más íntimo, del susurro esencial, del sutil tic tac de mis muñecas, de lo sumiso de tu boca. Del ligero chapoteo del frío ahí fuera y el insignificante goteo resbalando por la ventana. De las cosas que suenan a diminuto, como meñique o pestaña. De la esencia de la vida, dicen, al fin y al cabo.
jueves, 4 de agosto de 2011
El placer de flotar.
martes, 2 de agosto de 2011
Limones.
Era un martes y me pasé la mañana escuchando canciones para chicas. El aire se quejaba como si todavía fuese otoño, como si esperase arrancar algunas hojas a noviembre en cada soplido. Me recordaba al murmullo que emite tu alma justo antes de dormirse conmigo. Caliente y serena. Pero eterna. Apoyé la cabeza en tu pecho, que todavía ardía, y poco a poco el hielo de mis pestañas se deshizo, resbalando a poniente por tu estómago, ondulando tus costillas. Recordé las letras que hablan de desamor y lo que costó que dejaran de doler. Y mientras tarareaba bajito ahí me quedé, acostada sobre nuestra historia, como si fuese el colchón que me sostuvo cuando mi piel era glaciar, cuando tragaba mis ganas de llorar, cuando decías que ya no me podías querer más.
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