Estupefacientes vasculares.
Pero no era cierto. Cómo cuando jugabas a ser el prota de una peli o prometías algo eterno, no era cierto. Nadie merece un atraco a lengua armada; secuestro de todos los besos y por rescate un pobre paro cardíaco, que ni olía a sangre ni sabía a hierro, vaya timo de corazón que se deshizo y solo era agua, como el buen hielo. Ansiedad de tercer grado, disparaste y no me diste, pero mi autoestima voló en 2.597 pedazos por todo el cielo de lo nuestro. Mis paredes se mancharon de un doloroso enamoramiento prematuro y de poemas de neruda. Hasta ahora dulces dieciséis, y de mis quince sólo extraño a ese señor de ojos azules que solía darme las buenas noches por teléfono. Las noches automutilan a mi razón. Señores, creo que Junio va a ser bonito...
(Los amantes, de René Magritte)
Que horror de día...
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